sábado

Piedritas que brillan



Me acuerdo un día como cualquiera después de un tremendo aguacero. Salí en la fría mañana, algunas casas mojadas iban secando poco a poco. El aguacero por ser tan fuerte había limpiado las calles y se podía notar piedritas que brillaban y que a veces se ocultaban detrás del lodo. Con mi madre salíamos a visitar a un familiar al que ya conocía pero no sabía donde vivía. Comenzamos a caminar hasta llegar a la parada del bus que no esta tan lejos de nuestra casa, cuando llegamos a la parada justamente pasaba el bus y el chofer nos pito y nos hizo una señal para ver si nos íbamos en su bus. Yo no quería porque no me gusta correr detrás de los buses, ya que algunos chóferes, cuando tienen que marcar tarjetas no esperan a las personas para que se trepen al vuelo, inclusive no dejan que las personas pongan los dos pies en el bus, si no que ya arrancan sin saber si la gente se puede caer y sufrir algún tipo de fractura. Pero mientras pensaba sentí un jalón, era mi madre que tenía prisa, a ella no le gusta esperar mucho tiempo, sin darme cuenta ya estamos sentados en el bus.

No recuerdo si el bus en el que íbamos era popular, populacho, como se los conoce, que eran los buses más viejos. Con el tiempo fueron llegando los selectivos, nadie se quería trepar en los populares ya que las personas no querían que sus amistades las vieran en los populares. Hasta yo me incluyo en ese grupo. En ese entonces solo había una compañía de transporte rural en la cuidad que se llama Las Palmas y que todavía se mantiene vigente hasta el día de hoy.

En el bus conversando con mi madre, podíamos observar como habían quedado las calles después del tremendo aguacero que azoto en la noche a la cuidad. Las calles parecían ríos ya que no se podía ver el asfaltado porque estaba cubierto por agua. En el transcurso del viaje escuchábamos por la radio del bus como la gente pedía ayuda a las autoridades de la ciudad para que les facilitaran un lugar en donde pasar, ya que sus casas se habían venido abajo por las aguas.

Nos bajamos del bus y seguimos caminando hasta la casa de mi primo. Al llegar al barrio, pude observar que las calles si (así se las pueden denominar) eran de tablas, algunas en mal estado con huecos. Me daba miedo caminar por allí sin saber si me podía caer o no, pero no se como lo hice que logre pasar, hasta llegar a la casa de mi primo que nos esperaba con la mujer y sus tres hijos.

Era la primera vez que iba por allá y salí un rato para ver un poco al barrio. Ví niños, algunos de mi edad y otros más pequeños, jugaban en sus calles hechas de tablas, otros jugaban en el río mientras sus madres lavaban gran cantidad de ropa. Las casas estaban construidas de caña levantadas por una base de palos, algunas en mal estado. Mientras veía a los niños que corrían y jugaban, otras personas se bañaban, lavaban sus dientes al aire libre, porque la mayoría de casas no tenían baños.

Los más perjudicados eran los niños que tenían que salir cargados por sus padres, quienes querían que sus primogénitos llegaran limpios a la escuela. A sus padres no les importaba ensuciarse de lodo y pasar por las aguas sucias.

En mi barrio se podía observar lo mismo, habían algunos que no se les complicaba tanto ir ya que vivían cerca de la escuela, como en mi caso. Yo no me ensuciaba porque me quedaba cerca y podía caminar despacio y con cuidado, sabiendo donde pisar aunque eso me costaba algunas veces llegar atrasado y recibir llamados de atención por parte de mí maestra, muy regañona pero buena persona y buena maestra.

A pesar de las dificultades que pasaban y las condiciones en que vivían, las personas seguían con la misma alegría, no se dejaban caer ni desanimar. A este momento notaba ya que la gente reía, conversaba y no podía faltar la música en alguna casa, que ponía a la gente a bailar y gritar. Al despedirnos de mi primo nos dijo que lo visitáramos con mas frecuencia, nosotros le dijimos que claro que regresaríamos la visita, algo que no sucedió.

Pasaron algunos años, en eses entonces tenia 14 años y me encontraba cursando el 10mo año de educación básica. Salía de mi casa a comprar algunas cosas para el desayuno, era muy temprano como las 8 de la mañana. Un día como cualquiera después de un tremendo aguacero. Hacia un frío tremendo que parecía como si estuviéramos en la sierra. El sol comenzaba a salir y la mayoría de la gente todavía seguía en sus casas descansando, ya que era sábado y en ese día la gente se queda en sus camas un poquito mas tarde. Al salir a la calle me detuve un momento a pensar como había cambiado mi barrio y en ese mismo instante me transporte unos pocos años atrás. Noté que ya no se podían notar las piedritas que se ocultaban detrás del lodo después del aguacero, ya que las calles estaban casi en su totalidad asfaltada.

Salimos con mi mama al centro. Ya los buses no se demoraban tanto en su recorrido, ya en la cuidad había otra compañía de transportes, Alonso de Illescas.

Cuando estábamos en el bus con mi señora madre hablamos del cambio en la cuidad, sobre que la delincuencia que había bajado y que de varias empresas que tenían sucursales en la cuidad que daba más caché y más oportunidades de trabajo. Mirábamos una cuidad más limpia con algunos botaderos de basura. Ya no se notaba los puestos de los comerciantes en la avenida Bolívar y Ricaurte que ocasionaba la difícil circulación por esas calles y el mal aspecto que esto daba a pleno centro de la cuidad. Vimos un centro comercial con una mejor organización de los puestos y las construcción de más obras que iban dando realce a la cuidad.

Cuando estábamos en el centro de la cuidad decidimos ir a visitar a mi primo que ya hace algunos años no lo veíamos. Al principio no recordaba muy bien donde vivía mi primo pero después haciendo memoria, recordé que ya había estado allí hace unos años. Cuando fuimos entrando al barrio yo me quede sorprendido al ver el cambio que había ocurrido en ese sector. Observe que ya no estaban las tablas que hacían de calle, si no que ya habían rellenado y se podría transitar de una mejor manera, las casas ya eran de construcción mixta, habían veredas, hasta pensé que había quedado mejor que mi barrio.

Mi primo nos comento que no nos esperaba, ya que habían pasado algunos años in que la visitáramos. Cuando salí por un momento, me acorde de lo que había visto cuando era pequeño y me percate de que algo seguía igual, eran los niños jugaban con la misma alegría, ahora, teniendo calles para poder jugar un partido de fútbol, además ver a la personas riendo y la música que siempre se hace presente, como la salsa, el vallenato y no podía faltar la rockola que se siempre se escucha para desahogar las penas.

Observé a una señora de años, bajando con una tina de ropa, estaba acompañada por unos niños que me imagino eran sus nietos. Ella me miró y me pregunto de que barrio era, ya que no me había visto por ahí. Le dije que era del sur de la cuidad y que venia a visitar a un familiar. La señora me comento que ella tenia viviendo años en el barrio y que pudo observar el cambio que ha sufrido el sector durante estos años. Mientras platicábamos le comente lo que observé y me dijo: jovencito, aunque la infraestructura del barrio, la cuidad o de la provincia cambie, no va a cambiar el carisma y la alegría de nosotros los esmeraldeños, ya que somos personas amables, nobles y que siempre tendremos una sonrisa. Pase lo que pase.


Dario Cazares



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